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Erase un hombre a una nariz pegado comentario de texto



Erase un hombre a una nariz pegado comentario de texto


El poema “Érase un hombre a una nariz pegado” pertenece a Francisco de Quevedo, uno de los autores más brillantes del Siglo de Oro español y miembro destacado del movimiento barroco. Este soneto, incluido en sus obras satíricas, constituye una de las composiciones más famosas de la literatura española por su ingenio y mordacidad.

En este comentario de texto, analizamos la estructura, el significado y los recursos literarios de este poema, que combina burla, ironía y crítica social con un lenguaje poético de gran agudeza. Lejos de ser un texto superficial, la sátira de Quevedo revela una profunda reflexión sobre la condición humana, el orgullo y la ridiculización del exceso.



Qué significa el poema Érase un hombre a una nariz pegado



El poema “Érase un hombre a una nariz pegado” es una de las sátiras más reconocibles de Quevedo. En ella, el autor describe a un personaje —inspirado probablemente en su rival Luis de Góngora— de manera hiperbólica y humorística, resaltando desmesuradamente el tamaño de su nariz.

A través de imágenes ingeniosas, Quevedo convierte la nariz en símbolo de ridículo y exageración, hasta fusionarla con el propio cuerpo del personaje. La descripción grotesca cumple una doble función: provocar la risa del lector y, al mismo tiempo, poner en evidencia los defectos humanos, como la vanidad, la arrogancia o la presunción intelectual.

Aunque el tono es burlesco, el poema también refleja la capacidad del barroco para transformar lo cotidiano en arte, exagerando los rasgos hasta convertirlos en símbolos. Así, la “nariz” es más que un rasgo físico: representa una deformación moral y espiritual.



Qué mensaje nos quiere transmitir el soneto a un hombre de gran nariz



El soneto “A un hombre de gran nariz” conocido popularmente por su primer verso, “Érase un hombre a una nariz pegado” encierra un mensaje de crítica e ironía. Más allá del ataque personal a Góngora, Quevedo utiliza la caricatura para ridiculizar la soberbia y el ego desmesurado.

El poema nos transmite la idea de que la apariencia exterior y los defectos físicos pueden convertirse en reflejo simbólico de los defectos morales. La exageración humorística no solo pretende hacer reír, sino también invitar a la reflexión sobre cómo el exceso, en cualquier forma, puede deformar la esencia humana.

El mensaje, por tanto, combina burla y profundidad: mientras el lector se divierte con el ingenio verbal del poeta, percibe al mismo tiempo una crítica moral y estética propia del espíritu barroco.



Qué recurso literario se expresa en Érase un hombre a una nariz pegado



El poema está construido sobre el uso magistral de la hipérbole, el recurso literario predominante en “Érase un hombre a una nariz pegado”. Quevedo exagera de forma desmesurada la característica física del protagonista, hasta el punto de convertirla en su identidad completa.

Junto a la hipérbole, el poeta utiliza metáforas, juegos de palabras, anáforas y un marcado tono irónico para lograr un efecto cómico y crítico a la vez. El poema es un ejemplo claro del conceptismo, estilo propio de Quevedo, caracterizado por la agudeza verbal, la densidad de significados y el uso ingenioso del lenguaje.

Estos recursos, empleados con precisión, convierten el texto en una pieza literaria de gran valor artístico y humorístico, donde la forma y el contenido se unen para intensificar el efecto satírico.



Qué tipo de texto es Érase un hombre a una nariz pegado



Érase un hombre a una nariz pegado” es un soneto satírico barroco. Está compuesto por catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, estructura tradicional del soneto clásico.

Pertenece al género lírico, pero dentro de la corriente burlesca, una de las más características del barroco español. En este tipo de textos, los autores como Quevedo utilizan el humor, la parodia y la exageración para criticar vicios, costumbres o personajes contemporáneos.

Aunque el poema adopta un tono humorístico, su trasfondo es serio: la crítica social y moral de una época marcada por el contraste entre apariencia y realidad. En definitiva, es un texto que ejemplifica el arte barroco de decir mucho con pocas palabras y de convertir la sátira en poesía.





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